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Mostrando las entradas de enero, 2022

Volare oh oh oh...

  Y la vida me sigue despeinando.                                   Me sopla de un lado,                                                                        después del otro, cada tanto amaina y me da un respiro entonces aprovecho la quietud para seguir volando a mi estilo, con las puntas de los dedos posadas sobre páginas o teclas, con los labios pronunciando líneas que a veces riman y otras, no pero que siempre hacen juego con mi vuelo. Y cuando me estoy achanchando,                                                            me sacude de nuevo como recordándome que ella es la que marca el ritmo entonces ahí le recuerdo que                                                     yo decido cómo bailarlo,                                                      yo elijo los pasos, los contoneos, la melodía. Testaruda,                    sopla fuerte, me enreda y me confunde                    por unos segundos en los que llueve y truena. Testaruda,        

Al pan pan

Desde el principio lo llamé por su nombre, sin eufemismos: cáncer. Hay palabras que no merecen sinónimos: pan, hogar, libro, poema.   Y el cáncer también merece que le respeten su identidad así no hay confusiones. Ni bien me lo detectaron, empecé a escribir poesía en inglés. La lengua que me abrió las puertas a este género hermoso de líneas que se cortan caprichosamente, de sonidos que bailan y a veces riman y te empujan a leer en voz alta. Y te invitan a gritar en ese idioma en el cual, aunque enojada, sonás respetuosa. Pero estas noticias se hacen más livianas cuando te ayudan a llevarlas los tuyos.   Y ellos no saben inglés.   Entonces empecé a jugar con mi lengua madre. Le tuve que agregar tilde, como acentuando que no era joda. No sea cosa que intente romantizarlo.   No.   De ninguna manera.   Con él no se jode. Y de golpe surgió un tsunami de versos crudos, dolorosos, con pizcas de humor negro y esperanza porque siempre me gustaron los platos agridulces.   Jamón con ananá

Quiero

  Quiero un año con clases reales con aulas repletas de ideas ruidosas y ojos abiertos y mentes sin paredes. Quiero un año con un menu variado y sabroso para que cada comensal de este mundo delicioso pueda encontrar el plato que lo deja pipón y radiante. Quiero  un año con camas que se usan sólo para dormir, para leer, para soñar, para amar. Quiero un año con valientes que tiran puentes colgantes y unen extremos que no son extremos. Quiero un año con teatros llenos de aplausos, colectivos en los que hay lugar para todxs y mas gente animándose a la poesía. Quiero un año con humedales felices, bosques frescos, hielos abundantes, tierras preñadas de vida, y cielos que respiran hondo. Quiero un año lleno de ratitos dorados, gloriosos, eternos.