Bondi-Cine

 Cuando viajo en bondi,

la ventanilla es una pantalla grande
a través de la cual veo mil cortometrajes, uno en cada ventana,
uno en cada balcón,
uno en cada mesa de café.

La señora en pantuflas que riega sus malvones allá arriba, ¿vivirá sola? ¿le duelen las rodillas al levantarse de la cama? ¿Quién le hace las compras?

En el balcón flaco de al lado hay tres bicis de distintos rodados cuyos dueños seguro sueñan con alguna vez vivir en una casa con patio, o con garage, o con lavadero grande. Mientras tanto, van a la plaza todos los domingos, llueva o truene.

¿Que hace ese señor con este frío sentado en la mesa de afuera de Kentucky? No está fumando.  Mira a la nada. Nada sobre la mesa. Nada para hacer el resto del día. De pronto sonríe. Seguro que está saboreando una fugazzetta imaginaria. ¡Buen provecho!

Corta el semáforo asi que pasamos a otra historia.

En el tercer piso del edificio estilo francés hay un tender que desentona con la elegancia que lo rodea. Está lleno de ropita de bebé que danza con el viento soleado. Qué lindo que no te importe el qué dirán. Quiero ser ese tender.

En el ojo de buey del primer piso del edificio estilo pajarera de enfrente cuelga un repasador a modo de cortina. Se ve un calefón viejo al lado de una alacena. Ahi vive un estudiante, del interior, que cada día lucha para que el calefón no se apague mientras ruega poder seguir pagando esa cucha cerca de la facultad.

El bondi frena de golpe y paso a otra cinta. Una señora que seguro huele muy bien se está peleando con mi chofer que también huele bien pero más barato. Como esta peli no me interesa miro para otro lado.

Una parejita de adolescentes está en plena crisis. Se miran con odio. El la agarra del brazo. Ella se suelta bruscamente. Se le cae el celular. Llora. El la abraza. Ella se deja abrazar.

Arrancamos de nuevo. No sé cómo terminó el dilema entre perfume caro y perfume barato. Seguro ganó el primero.

Cuando estoy empezando una nueva peli en el ventanal de vidrio partido de un comedor con araña imponente prendida aunque es de día, me doy cuenta que me tengo que bajar.

¡Parada, por favor!

Continuará...

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