LA HORA SAGRADA (Capítulo 4: Un Elefante Ocupa Mucho Espacio - Semana 2)

 

- ¿Se puede saber para qué haremos huelga?

–gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá.

- ¡Al fin una buena pregunta! –exclamó Víctor entusiasmado…

E. BORNEMANN

 

-          - Abu, ¿Vos hiciste alguna vez una huelga?

-          - ¿Alguna vez los animales votaron y así eligieron al león como rey?

-          - ¿Por qué acá el que da las órdenes es el elefante y no el león?

-          - ¿Qué es lo divertido de ver un tigre saltando un aro de fuego?

-          - Para que Víctor viajara en el avión, ¿tuvieron que sacar todos los asientos?

-          -  ¿Cómo sabemos si cuando llegaron a África los hombres malos de ese país no los metieron en jaulas de nuevo?

 

Y así transcurrieron los días hasta el miércoles siguiente:  con Benita bombardeando a su abuela con preguntas que el cuento le había disparado. 

Cuento peligroso.  Cuento que invita a cuestionar.  Cuento que hace pensar y preguntar.

¿Todos ocupamos el espacio que nos corresponde? ¿O algunos ocupan más espacio que otros?

Y así surgió la consigna para la segunda semana de hora sagrada con Benita: anotar todas las preguntas que el cuento les hubiera generado, traerlas escritas en tiritas de papel y venir listas para pensar y jugar.

El martes lo dedicaron a decorar una caja de zapatos vieja, la cual sería el buzón preguntón.  Benita la cubrió de dibujos de tigres, leones, orangutanes, focas, osos, loros y, por supuesto, elefantes.

Otilia de golpe volvió a sentir la adrenalina que su cerebro producía cuando preparaba sus clases innovadoras, distintas, siempre enfocadas en educar mentes libres dispuestas a nunca, bajo ninguna circunstancia, aceptar nada que sonara incómodo, dudoso, dañino.

Mientras recortaba signos de pregunta para pegar en la tapa del buzón, volvió a soñar con ella sentada en la universidad y a imaginar…

¿Habría vuelto al pueblo después de graduada?  ¿Se habría casado con Arturo? ¿Tendría una biblioteca más grande? ¿Estaría en la lista de los que ya no están?  

Un escalofrío le corrió por el cuerpo.

Igualmente, anotó todas las preguntas que se le cruzaron y las metió rápidamente por la boca roja del buzón alimentando así ese buche de cartón hambriento y curioso como su mente, y la de esa personita repartidora de energía y aire fresco.

¡Ah!  Vale aclarar que como resultado de esta lluvia torrencial de enigmas, abuela y nieta redactaron los tres puntos que faltaban del decálogo:

8.  Vale preguntar cualquier cosa.

9.   Vale no contestar cuando no se sabe o cuando la respuesta nos hace sentir mal.

10.  Vale hacer cualquier cosa mientras que eso no le haga mal a nadie.

Entonces, el miércoles a las 6.00, cuando las socias honorarias de la hora sagrada llegaron, el decálogo completo ya colgaba sobre el cartel de goma eva de la semana pasada tapando la frase “Huelga General de Reglas”.  Abuela y nieta habían llegado a la conclusión de que sin reglas claras, era imposible vivir.

Mesa servida:  limonada, chocolatada, pepas, scons, confites de chocolate, nueces, uvas y rodajitas de banana.  Así de variado fue el menú, muy acorde con la variedad de preguntas que las cuatro mujeres fueron, una a una, extrayendo del buzón y contestando (o no) entre risas, caras de duda, y alguna que otra lágrima furtiva.

1.     -   ¿Qué es más importante:  tener asegurado el techo y la comida o ser libre? 

Benita:  El gato de una amiga se escapó por el balcón y un día lo vio en la plaza, más gordo y feliz. 

2.      -  ¿Cómo sabemos si cuando llegaron a África los hombres malos de ese país no los metieron en jaulas de nuevo?

Teté: Podríamos googlearlo pero los hombres son los que manejan las redes así que es probable que si los enjaularon de nuevo, no lo publiquen.

3.      -  Si los poderosos son minoría, ¿qué pasaría si las masas se rebelaran? 

Otilia:  Creo que entiendo por qué este libro fue terminantemente prohibido en el 77.

4.      -  ¿Qué nombre le pondría a un restaurante?

Coca: “Comida buena, corazón contento”

5.      -  ¿Cómo te llamarías si fueras varón?

Benita:  Víctor.

6.      -  ¿Qué me gustaría encontrar escondida en un cofre en el ropero?

Teté:   una esmeralda bien brillante.

7.       -  ¿Qué personaje de cuento de gustaría ser?

Otilia:  Jo de “Mujercitas”

8.      -  ¿Todos ocupamos el espacio que nos corresponde o algunos ocupan más espacio que otros?

Coca:  En este planeta hay espacio para todos y todas así que hay que cuidar nuestro espacio, y hay que defenderlo, siempre.

Y así fue como transcurrió la tarde, una pregunta tras otra, algunas perfumadas por el olor a nuevo de la inocencia; otras, saborizadas por las gotas agridulces de la memoria; y muchas, condimentadas por las risas compinches de una vida compartida.

Cada pregunta tuvo su espacio, cada voz tuvo su momento, cada una se animó a pensar “en elefante, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo…”

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