Mas Cuerda que Nunca

Mientras los vestidos de verano se despiertan de su sueño invernal con el beso perfumado del jazmín, las suculentas aprovechan cada perlita de lluvia que se apoya sobre sus brazos mullidos, como los brazos mullidos de esa mamá que siempre tenía algo para lavar y escurrir y colgar de las cuerdas de alambre que siguen aca, firmes, sosteniendo la ropa que lavo a mano, con las mismas manos que tipeo estas líneas con el deseo imperioso e inocente de hacer eterno lo pasajero, de hacer inmortal cada ratito y asi honrar cada brisa del jazmín, cada nuevo brote, cada vestido que hace piruetas en la cuerda floja de la vida.



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