Leo

Desde que descubrí que juntando las letras hay otro mundo, no paré.

Revistas viejas, con hojas amarillo viejo, que encontraba en el armario viejo de mi tía, maestra normal, que gastaba sus ahorros en cuanto libro o enciclopedia o colección infantil, juvenil le ofrecían los amazon humanos que pateaban la calle de timbre en timbre, de escuela en escuela.

Libros que me regalaban de tanto en tanto, que leía y releía y volvía a leer porque cada libro cambia con cada lectura. Se los aseguro.

El diario que se compraba a diario. Sección moda, policiales, espectáculos y avisos fúnebres porque ahí está la vida misma, el principio, lo lindo, lo triste, y el fin.

Cuentos cortos y largos. Novelas románticas y góticas. Poemas canónicos y desconocidos, simples e imposibles, irónicos y crípticos.

Vivo porque leo, 
leo y escribo,
escribo porque leo, 
porque leo, respiro.

{24 de agosto: Día del lector/la lectora}

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