Mi Vereda

Vereda muelle desde donde zarpábamos cargados para el colegio, con todo completo y ordenado, todo con punta, todo a punto, porque si la maestra lo dice. Vereda trampolín para esos patines llenos de magia que sólo los Reyes podían comprar, o la patineta que murió debajo de la primer camioneta que aceleró un 6 de enero, o para las bicis que no volaban pero casi, o simplemente vereda con cordón para sentarse a compartir esos secretos que era peligroso contar cerca de la ventana porque mirá si hay alguien no durmiendo la siesta. Vereda con colores bosteros aunque todos adentro teníamos la banda roja cruzando el pecho. Vereda que supo no tener arbolitos hasta que el verano comenzó a achicharrar cada vez más. Vereda testigo de mateadas eternas, a la tardecita, peaje obligado de vecinos, conocidos, y desconcidos que después del adiós se tentaban y paraban a conversar con esa señora de risa contagiosa y simpática. Vereda que sostenía los baldes de agua mientras el señor del Renault 6 lavaba su máquina con cuidado orgulloso. Vereda que sufrió los saltos de sogas y elásticos, campeonatos emocionantes de piernas jóvenes que no conocían límites. Vereda que guarda secretos de noches románticas, no importaba si era invierno, porque éramos tan jóvenes. Vereda donde todos dimos los primeros pasos y algunos, los últimos. Vereda que hace años merecía un poema.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Escribo

Aún rota...

Things that don't suck