Corrientes
Arteria radioactiva
generadora de corriente de alto voltaje, activadora de neuronas remolonas
que no pueden ignorar esas bocinas
que no entienden de luces rojas
ni amarillas ni verdes,
o esos miles de pares de piernas
que tejen un telar de caminos
hacia tribunales de día y teatros de noche, o esas manos excitadas que acarician esas tapas y hojas y lomos
que te seducen descaradamente ofreciéndose a cualquier precio
en cada cuadra, cada esquina, cada rincón de esta arteria radioactiva de porteña vibración.
Sobredosis de estímulo:
Mirá ese poster con ese bigote bicolor,
o ése con el fundador de la ciudad de la furia
o ese café con olor a café negro de gato negro que bracea desesperado intentando mantenerse a flote entre tanta ola causada por esa plaga de invasores que en vasos de plástico con tu nombre ofrecen variaciones raras, mesas compartidas y mucho wifi.
O mirá esa estatua de ese manosanta chanta que tanto hizo reir
y llorar cuando voló al más allá...
y esas luces que combinan letras y escriben nombres de los que cada noche se suben a esas mágicas tarimas donde se convierten en reyes,
donde viven amores frustrados,
donde bailan desenfrenados,
donde despuntan sus vicios variados llenos de letras, de arte, hambrientos de aplausos...
y miralo a él,
allá en el cruce
entre esta arteria radioactiva
y la mismísima vena cava porteña,
allá está él:
altivo, erecto, simple pero magnético, vigilante arrogante de este pedazo de monstruo que vibra, que late,
que irradia luces y arte y locura y
nunca, pero nunca, descansa.
Nunca pero nunca se desactiva.
Nunca pero nunca duerme.
Corrientes.
Comentarios
Publicar un comentario